domingo, 17 de julio de 2016

Mil y un rostros

     Esa es la promesa que quiero hacerte hoy: tener para ti mil y un rostros diferentes. Y no por capricho, sino para adaptarme a cada uno de tus días. El primero que quiero que conozcas es mi cara de total sinceridad, con la cual te aseguro que nunca mis promesas serán en vano, que cada palabra que te diga será totalmente sincera, que de mí siempre podrás esperar la verdad. 

     Sé que hay momentos en que la alegría abandona tu rostro y la melancolía ronda a tu alrededor. Y es ahí donde podrás contar con mi mejor cara de payaso y mi selecto repertorio de chistes malos para devolver la sonrisa a tu cara. Es lo mínimo que puedo hacer para agradecerte que esa misma sonrisa ha hecho de mi mundo, un lugar mejor.  

     Cuando tus metas se conviertan en logros, tendrás siempre mi cara de orgullo. Conozco mejor que nadie la forma en la que a diario buscas superarte y ser un poco mejor. Aunque no te lo he dicho, realmente te admiro. Si tuviese que definirte en ese aspecto sería: 90% de perseverancia y 10% de terquedad. Aun cuando parece que ya ha llegado el momento de rendirse, tú te niegas a hacerlo y terminas alcanzando lo que te propones. 

     A diario quiero que conozcas mi cara de pintor y de arquitecto. Prometo esforzarme en todo momento para construir un mundo diferente al que conoces. Un mundo donde los colores te rodeen de tal forma que no sepas donde comienza uno y termina el otro. Un mundo donde cada uno de tus sueños se materialice; y así como los planos son la base todo arquitecto, así quiero que tus ilusiones sean el inicio de ese mundo donde solo conozcas la felicidad. 

     Trataré de evitarla, pero puede que algunas veces conozcas mi cara de celoso. A diferencia de los piratas que enterraban su tesoro lejos de los ojos del mundo, yo no puedo evitar que tu perfección sea notada por otros ojos distintos a los míos. Existe una parte egoísta de mi ser que siente que no tenemos por que compartirte con nadie, que eres nuestro más hermoso diamante, y solo nuestro. Pero otra gran porción de mí le recuerda que si nos elegiste fue por algo y que, además, no debemos olvidar esa peculiar habilidad que tienes de siempre caerle bien a la gente. 
      
     Sé que a veces la vida nos colocará pruebas que debemos superar, y que tal vez parezcan imposibles de lograr. Pero en ese caso, más que colocarme un rostro, será una armadura la que vista. La armadura del más valeroso de los caballeros; que sin temor a nada se lance a la batalla con tu mirada como estandarte. Sin dudarlo lucharé las veces que sea necesario contra el dragón de las dificultades, y siempre que intente levantarse en medio de nosotros, me encontrará aún  más fuerte y listo para hacerle frente nuevamente. Al fin y al cabo, una princesa como tú, se merece al mejor de los caballeros. 

     Si escribiese sobre cada rostro que quiero que conozcas, puede que no terminase jamás. Así que por último quiero presentarte el más importante. El rostro con el que escribo estas palabras, el que tú has ido construyendo tan solo siendo tú. El rostro que me hace tan feliz: el de tu eterno enamorado.

2 comentarios: