domingo, 3 de julio de 2016

El mundo al revés

     Hoy me desperté un poco desorientado, pues tuve un sueño que me llamó mucho la atención. Por eso lo primero que hice fue encender mi laptop y concentrarme en relatarles mi experiencia onírica. Soñé con un mundo tan similar, pero a la vez tan distinto al nuestro, que solo se me ocurrió llamarlo "El Mundo al Revés". Describirles esta Tierra alterna es una tarea bien complicada, pero trataré de hacerlo lo mejor posible.

     En el mundo al revés, lo primero que captó mi atención es que no existen los países. Los humanos no se agruparon por su color de piel, o por el continente del que procedían, ni siquiera por la tribu a la que pertenecieron en principio. No. Eligieron un sistema mucho más sencillo: fundaron una nación por su color de sangre; y ya que, sin importar de que rincón del mundo vengas, tu sangre siempre será roja, todos terminaron siendo ciudadanos de la misma nación, que adoptó el nombre del planeta: todos eran hijos de la Tierra.

     En el mundo al revés, no existe la política, ni los líderes, ni los reyes. A diferencia de nuestra propia historia, en la cual siempre ha habido poderosos hombres que se han levantado por encima de los demás, en ese mundo todos las personas son semejantes y se encuentran en el idéntico nivel de poder, teniendo la misma oportunidad de expresar su opinión y de decidir sobre el rumbo del planeta que les pertenece a todos por derecho.

     En el mundo al revés, no existen las guerras. Tal vez motivado en que todos se identifican como hermanos de sangre roja, o tal vez en que parece ser que nuestras contra-partes han tomado mejores decisiones que nosotros; en esta realidad alternativa la humanidad no se ha pasado más de 6000 años luchando batallas sangrientas, para resolver conflictos absurdos o personalistas. Pero los hijos de la Tierra también tienen diferencias de opinión que deben ser resueltas, por eso cuando la tensión alcanza picos insostenibles, las personas en disputa fijan el evento que lo resolverá: un partido de fútbol, un duelo de bandas musicales, o un concurso de pinturas. Y como todos disfrutan de estos espectáculos, al final los contendientes han olvidado incluso por qué discutían.

     En el mundo al revés, no existe la pobreza ni el hambre. Su Tierra (tan rica como la nuestra), es lo suficientemente amplia y fértil como para dar de comer a cada uno de sus hijos; o como para ceder un fragmento de la misma, donde se pueda erigir un hogar. Al ser parte todos de la nación terrestre, cada persona da el 100% de sí mismo para que esta prospere y mejore cada día. Las personas de este mundo han comprendido que la vida humana vale más que cualquier seda o piedra preciosa; y por eso las amplias riquezas de las que dispone su planeta han sido invertidas en llevar el progreso a su sociedad en cada centímetro del orbe terrestre por igual.

     En el mundo al revés, "Amor" es la palabra más seria que puede alguien pronunciar. Creo que tiene que ver con que, por algún motivo, su significado ha calado más profundo sin importar el contexto en el que se utilice. Las familias realmente se aman: ninguna madre lucha sola por salir adelante con sus hijos, ni ningún niño espera sin frutos que sus padres lo abracen antes de dormir. Las personas realmente se aman: nunca un hijo de la tierra ha acabado con la vida de otro. Como ya dije, realmente comprenden el valor de la vida humana y el respeto que se debe tener por algo tan grandioso. Las parejas realmente se aman: las relaciones no son simples encuentros fugaces o un par de palabras susurradas a la luz de la Luna; sino que representan una verdadera unión de dos vidas y un esfuerzo total por hacer crecer ese amor.

     Podría seguir hablándoles de este peculiar viaje, pero prefiero cerrar con una pregunta: Luego de leer sobre ese mundo ¿Quiénes estamos al revés?

1 comentario:

  1. Ese no es un mundo alrevés sino utópico, al menos en estos próximos dos milenios. Yo me quedo con el mundo que vivo porque aunque me llene de angustia, es en este mundo y no en ese en donde puedo terminar de realizarme como ser humano.

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