jueves, 29 de agosto de 2019

Bésame

     Bésame. Que a eso se limite todo: tu y yo fundiendonos en un beso. De esos que sin previo aviso comienzan, de esos que parecieran que nunca van a terminar... que suplicas que nunca vayan a terminar. Un beso, o mejor dos, que trasciendan en el tiempo hasta que solo quede el sabor de tus labios en mi presente, en mi pasado y en mi futuro.

     Bésame. Cierra el espacio que nos separa. No dejes que quede ni un centímetro de distancia entre nosotros, que los siento como kilómetros, pero en tu boca se destruye el concepto mismo del espacio. Ven, acércate y déjame respirar tu aliento; que solo al sentirlo me siento realmente vivo, que solo en él encuentro verdadero oxígeno.

     Bésame. Olvídate del mundo y de todo lo que nos rodea. Hazme olvidarlo. Vamos a olvidarlo. Me gusta más así: cuando no solo se borran las líneas de este confuso mundo, sino que se pierden las que nos separan y tan solo queda un "nosotros". Sí, definitivamente me gusta más así. Tan solo con ese cambio siento... o mejor dicho, sé que podemos lograr lo que sea.

     Bésame. Bésame, dulce princesa, como solo tú sabes hacerlo. Con esa forma que tienes de hacerme comprender un poco la llama de inspiración que durante generaciones guío los versos de los poetas, las palabras de los escritores y los pinceles de los pintores. ¿Cómo podría ser de otra forma, si tus labios son poesía, narración y arte al mismo tiempo?

     Bésame. Sin necesidad de que exista algún motivo para que lo hagas. Sin importar cuanto lo busquemos nunca existirá uno mejor que el de la misma esencia de tus labios sobre los míos. Pero si insistes en que te dé uno, me permito satisfacer tus deseos: bésame porque en medio de un mundo que colapsa, es en tus besos donde encuentro verdadera calma.

     Bésame. De tal manera que el universo mismo contenga el aliento para no interrumpirnos. Durante tanto tiempo que veamos las hojas de los arboles caer, florecer y nuevamente caer. Con tal fuerza que me arranques la respiración. Con esa energía adictiva que le imprimes a cada uno de tus besos, y que siempre me hace regresar por uno más.

     Bésame. Como si nunca hubieses besado antes de hoy y como si entendieses cada beso que existirá luego de mañana. Con la sonrisa que te ilumina el rostro en tus días buenos y con la melancolía que te embarga en tus momentos tristes. Con esa infinita convicción que te caracteriza. Bésame y déjame mirar tus ojos soñadores antes y luego de besarte.

     Bésame, simple y finalmente, porque es la mejor forma que conozco para que me digas te amo. Porque la búsqueda de mi sentido en el mundo, terminó la primera vez que te besé. Hazlo, amada  princesa mía, porque si una certeza me embarga en medio de la incierta vida, es que al llegar a casa cada noche, solo quiero mirarte a los ojos y decirte: te amo, bésame.

domingo, 25 de agosto de 2019

Un salto de fe

     Asusta ¿verdad? Estar frente a un precipio cuya profundidad, o si quiera la existencia misma del fondo, desconoces. No sabría explicarte como llegaste hasta aquí. No sabría si quiera explicarte la forma en que yo mismo llegué a estar ahí, y no hablo de solo una vez. Ahora que lo pienso, han sido tantas que el recuerdo se torna difuso en mi mente; como esas memorias de nuestra mas tierna infancia que parecen contados a través de una película, mas que por nuestra propia mente.

     Supongo que simplemente terminamos acá por el simple hecho de un día haber empezado a andar. La vida tiene la curiosa característica de que, sin importar que tan seguros estemos del camino que estamos transitando, podemos encontrarnos dando un rodeo absoluto o simplemente marchando hacia un punto que jamás estuvo en nuestro mapa original.Y a veces pasa como en esta ocasión: que el camino que, aunque desconocido, podemos pisar de forma "segura" se termina. Y es cuando llegamos acá.

     Si bien no puedo narrarte cada uno de los pasos y eventos que nos llevan a este punto, que te llevaron a este punto; sí puedo contarte algo que mi propio camino me ha enseñado: ese precipio que se cierne frente a ti, es totalmente diferente al que se ha cernido frente a cualquier otra persona. Es incluso diferente a los que pueden aparecer en cualquier otra de tus propias vueltas por este sinsentido, que llamamos el sentido de la vida.

     Calma. Sé que tienes miedo. Se que las dudas te asaltan, como el más vil de los sentimientos que pudieses experimentar en este momento. Pero nuevamente te repito: calma. Puede, quizás, que dudes o te reproches alguno de los pasos que diste en tu camino hasta este punto. O que intentes comprender que mala vuelta te trajo ante algo tan desconocido e intimidante. Pero la realidad es que se resume a lo ya dicho: la vida tiene trayectos que rara vez tienen sentido. Y tan solo nos queda actuar en consecuencia.

     Pensemos. Una vez que has llegado hasta acá ¿qué puedes hacer? ¿qué opciones se dibujan frente a ti?. Es probable que hayas considerado volver sobre tus pasos. Si es mi consejo el que quieres escuchar: no lo hagas. El pasado a veces se comporta como una especie de frío refugio, que nos otorga la efímera calma de poder abrazarnos a lo ya conocido. Pero ¿en realidad vale la pena darle la espalda al mañana, por algo que no es mas que un simple fantasma de lo que alguna vez fue?

     Así que volvemos al punto inicial de esto: el espacio que se dibuja frente a ti. Ese vacío del que no sabes nada. Del que debo confesarte que nadie sabe nada. Ni siquiera yo, que por las vueltas ya citadas de la caprichosa vida, me encuentro frente a él, junto a ti.Como te mencioné la vida rara vez lleva camino rectos, por lo cual no es de extrañar que en medio de tantos giros, termine cruzando más de uno. Pero eso no es secreto: nos pasamos nuestra existencia cruzando nuestros caminos con otras personas.

     El asunto radica en que algunas veces unos cruces son más importantes que otros. Y, al menos desde mi perspectiva, esta es una de esas ocasiones. Créeme que yo también desearía saber que es lo que nos depara la vida si decimos dar ese paso al aire que hoy se nos dibuja en frente. Autenticamente me gustaría poder actuar como lo hiciesen los antiguos oráculos y adivinos y narrarte entre presagios, augurios y profecías el tan oculto porvenir; solo que no es tan fácil.

     Pero aunque no puedo darte una certeza, si que puedo regalarte una pregunta: ¿no vale la pena intentarlo? Si existe un porcentaje de posibilidades de que no se trate de un precipio oscuro, sino de una puerta hacia un mundo nuevo ¿no es un riesgo que merece ser corrido? Si en la ruleta siempre girante de las posibilidades existen resultados que te hablan de felicidad, de plenitud, de paz y de calma ¿no es una apuesta que merece ser jugada?

     Y sí las dudas se levantan como titanes en medio del camino, que mi certeza actúe como el arma del más valioso caballero, cuyo destino no es una tierra sino la sonrisa de su princesa. Solo el tiempo nos podrá decir quien es el verdadero ganador de esa batalla. Pero niña de mis ojos ¿cómo podría no intentarlo o rendirme, cuando la ansiada recompensa es tu mirada, tu sonrisa; tus besos, simplemente tú? Por tesoros sin valor se han iniciado campañas completas. Imagina entonces hasta donde llegaría yo por ti, imperfecta perfección.

     Y es acá donde estamos. El resto del camino has de decidirlo tú, adorada hermosura. Pero mi decisión está tomada: sin importar el riesgo y el costo, me he empeñado en dar un paso al frente. Pues creo firmemente que, aunque no resulte como espero, lo lamentable sería no haberlo intentado. Pero la realidad es que siento, en lo más profundo de mi, que los resultados valdrán la pena. ¿Cómo podría ser diferente si has alegrado mi camino desde que caminamos la misma senda?

     Se que mi única oferta se ha basado en lo desconocido, por lo que te regalaré una promesa. Aunque no sepa que nos depara el dar ese paso, si puedo comprometer de forma absoluta mi existencia a no soltar tu mano por nada, a regalarte una sonrisa con cada nuevo paso, a protegerte entre mis brazos contra todo lo que pueda dañarte, a dar todo para que sientas la paz que yo siento contigo. Te ofrezco, en resumen, lo único que tengo: a mi por completo y mi hoy. Entonces ¿te animas a dar un salto de fe conmigo?