Nunca dejará de sorprenderme lo rápido que pasa el tiempo. Los segundos se convirtieron en minutos, horas, días, semanas, meses y, finalmente, en años. Tantos, que no soy capaz de decir en qué momento nos encontramos.
¿Eres capaz tú de recordarlo? Si es así, me gustaría que me refresques la memoria. Tal vez importe poco, o tal vez mucho. No lo sé, pero al menos me permitiría conocer el punto exacto en que mi vida dejó de ser la misma que conocí durante años. El día en que tú entraste en ella.
Aunque no puedo precisar ese instante, sin lugar a dudas inició una reacción en cadena única en mi existir. A veces me pregunto si en algún punto llegaste a entender la forma en la que pusiste mi universo de cabeza. La forma en que moldeaste mi día a día, tan solo siendo tú. La forma en la que generaste que me enamorara de ti sin darme cuenta, hasta que no había vuelta atrás. A veces, me pregunto si yo mismo lo comprendo del todo.
Pensar en ti me trae tantas imágenes a la mente, que llego a creer que de cerrar los ojos y extender mi mano podría tocar tus manos, tu pelo, tu rostro... Tu rostro. ¿Cuántas lagrimas sequé mientras rodaban por él? ¿Cuántas sonrisas vi crecer y formar esas pequeñas marcas junto a tu boca? ¿Cuántos besos deposité en tus mejillas? Pero la parte cruel de los recuerdos es que, por más reales que nos parezcan, tan solo son fantasmas del ayer que, de intentar tocarlos, simplemente se difuminan y nos regresan a la realidad.
Alguien me preguntó una vez cual era mi mejor recuerdo contigo y, aunque lo intenté con todas mis fuerzas, no fui capaz de responderle nada. No porque nos falten, sino porque nos sobran. ¿Cómo podría tomar tan solo uno? Antes de que la mayoría siquiera imaginara que soy capaz de escribir un texto, tú ya afirmabas que algún día existiría un libro con mi nombre en el autor. Y mi respuesta nunca varió: que si eso pasaba, entonces tu nombre estaría en la dedicatoria. Pues bien, tan solo con la suma de nuestros momentos juntos, ese libro podría existir.
Pero ¿podría narrar de forma adecuada cada segundo a tu lado? ¿podría recoger tan solo con palabras momentos que ni yo mismo sé explicar? ¿podría englobar todo el universo que gira alrededor de ti, en algunas páginas? Estoy casi seguro de que no. Definitivamente no soy tan buen escritor. Definitivamente no existe ninguno tan bueno. Así que me conformaré con tomar unas pocas gotas del mar de cosas que quiero decirte, y dejarlas caer en textos como este, hechos sobre ti y para ti.
Gracias. Esa es la palabra que más me viene a la mente cuando pienso en lo que te diría de tenerte cara a cara de nuevo. Gracias por entrar en mi vida. Gracias por regalarme un número tal de risas, que las arrugas junto a mi boca son hoy en día un poco más profundas. Gracias por tenderme tu mano en ocasiones donde pensé que el mundo se derrumbaría a mi alrededor, o por sentarte a mi lado cuando me negué por completo a levantarme en ese momento. Gracias por aceptar este infinito abanico de defectos. Gracias. Sencillamente gracias.
Nunca dejará de sorprenderme lo rápido que pasa el tiempo. Los segundos se convirtieron en minutos, horas, días, semanas, meses y, finalmente, en años. Tantos que no soy capaz de decir en qué momento nos perdimos.
¿Era posible prever que teníamos fecha de caducidad? No lo sé. Pero ¿si no vi como crecían los sentimientos, podría ver en que momento la cuenta atrás daría 0? Y más allá, ¿me habría importado? ¿habría cambiado al menos un segundo a tu lado, para suavizar el inminente golpe? Creo que aun de haber sabido que veníamos con punto de cierre, habría hecho todo igual. Aunque... no, no todo. De haber sabido que en un punto serías solo un recuerdo, te habría abrazado mucho más; habría exprimido el doble cada instante contigo; habría fijado aun más cada línea de tu silueta; te habría dicho "te amo" mucho más seguido, y no hubiese asumido que lo sabías.
Pero si de algo somos dueños en esta vida es de nuestras decisiones y, nos gusten o no los resultados, una vez tomadas no las podemos cambiar. La franja que hoy en día nos separa, fue impuesta por la vida, y poco habríamos logrado oponiéndonos a fuerzas que escapan de nuestras manos y entendimiento. Así que hoy en día solo nos queda sonreír al pensar en todo lo que solo nosotros dos conocemos por completo.
Y aunque no tengo el valor de hablarte de frente, y aunque no sé si algún día leerás esto; solo quería decirte que lo logré: continué con mi vida. Hoy puedo pensar en ti sin sentir una punzada en el pecho; hoy puedo imaginar mi vida con alguien más a mi lado; hoy solo eres una parte de mi pasado, hermosa y que jamás podré olvidar. Como dije, podría escribir un libro con nuestra historia; y aunque no sabría por donde iniciar, sé que hoy le coloco el punto final.